miércoles, 7 de mayo de 2008

Por eso y muchas cosas más...

Hoy hice esperar a mi hijo una hora y media más de lo habitual para recogerlo en la guardería. Lo encontré solo y con señas de haber llorado. Anterior a ello estuve estresada en la oficina al parecer tratando de ganar una batalla con los soldados de un batallón enemigo, por decir de alguna manera que estuve tratando de resolver una situación que estaba fuera de mi control, pero que afecta mi trabajo, algo que en mi actual empleo es cotidiano... así como desgastante y frustrante.
En este empleo estoy hasta el viernes. Renuncié hace dos semanas, luego de otras dos semanas después de haberme reincorporado de mi reposo postnatal. Bastaron dos semanas, quizás en el fondo algunos meses, para darme cuenta que de todas las opciones que tengo, mi empleo actual es la que menos me acerca a mis prioridades y objetivos. En estos cinco meses de reposo he tenido bastante oportunidad de pensar. Y hay una decisión primordial que he tomado: hacer todo lo posible para no arrepentirme mañana de lo que haya dejado de hacer hoy.

Pienso que las personas y las empresas se desarrollan en etapas similares: infancia, adolescencia, juventud-adultez, madurez, vejez... y la empresa y yo estamos en etapas distintas. Necesito algunas cosas que la empresa no me da y definitivamente NO necesito algunas cosas que recibo de ella.
Extrañaré las discusiones de trabajo y la complicidad con mis colegas, los aprendizajes esporádicos pero valiosísimos de mi jefe, a las amigas y los amigos que hice... Pero estoy convencida que es la decisión más acertada.