miércoles, 10 de junio de 2009

El parto de Ella Evangelina

Si el parto de Sebastian me pareció una experiencia mágica, el parto de Ella fue del más allá. Como subir primero a Roraima y luego alcanzar la cúspide del Everest.

El primer parto me dejó convencida de querer repetir la experiencia y me dio la oportunidad de prepararme mejor para esta ocasión Lo que me ayudó y recomiendo para el parto “humanizado” bien sea que termine en agua, en la silla, de pie o en camilla, es:

· Reconocer con franqueza a lo que uno puede enfrentarse. Sentirá dolores fuertes y será extremadamente intenso tanto física como emocionalmente. Algunos dicen que el parto es como un acto sexual exacerbado. En el parto de Ella procuré mantener esto presente, con más fuerza durante el expulsivo, por eso los testigos darán fe de que se me veía genuinamente disfrutarlo.
· Prepararse formalmente, mi esposo y yo tomamos el curso prenatal de Embarazarte. Inicialmente no pensé que el parto “humanizado” sería algo para mi, pero luego de terminar el curso y evaluar las opciones disponibles, me convencí de que era lo mejor para mi, que yo sería totalmente capaz de llevarlo a cabo y que contaría con el apoyo de mi doctora y mi esposo.
· Definir como desea que sea el trabajo de parto, compartirlo con su médico y con las personas que le acompañarán, y visualizarlo.
· Llevar la primera fase de dilatación en casa, monitoreando la frecuencia y duración de las contracciones, reposando acostada y distrayéndose, nada como el ambiente de casa para mantenerse relajado. Yo la pasé acostada leyendo, viendo tele y tomando siestas. También tomé un par de duchas calientes. Para cuando llegué a la clínica estaba en 6-7 de dilatación.
· Aliviar el dolor más intenso de las contracciones avanzada la dilatación con duchas con agua caliente orientando el chorro en la parte baja de la espalda.
· Caminar entre contracciones, la gravedad es tremendo aliado para ayudar a bebé a descender al canal de parto. Cuando tuve a Sebastian, en esta etapa final estaba tan agotada que accedí a acostarme y me temo que en lugar de aliviarme me hizo enfocarme más en el dolor de las contracciones y prolongar el trabajo.
· Girar las caderas en círculos para ayudar a bebé a descender al canal de parto y a ponerse en posición.
· Las contracciones más dolorosas se llevan mejor si el peso del cuerpo no descansa sobre las piernas. Yo las sobrellevé de pie apoyando mi cuerpo con mis manos rectas hacia abajo contra la cama de la clínica. Eso me ayudó tremendamente a aliviar el peso de las caderas. Sin embargo, durante el parto de Sebastian me apoyé en el tubo de colgar la toalla y se hizo más desagradable. La clave está en que el punto de apoyo esté a la altura de las caderas y/o de las manos en posición de descanso.
· Entrar al jacuzzi con no mucha antelación al expulsivo, para permitir movilidad en el trabajo previo y para maximizar el efecto relajante del agua caliente para distender el periné y aliviar el dolor (el cual es más intenso durante el expulsivo).

Adicionalmente, supongo que por la memoria reciente de mi cuerpo, el dolor fue mucho más leve que cuando Sebastian y el trabajo en la clínica duró una hora en lugar de las seis horas de la vez anterior. Otra cosa buena fue que en ambas experiencias me acompañaron mi doctora, mi madre y mi esposo. Así que en la segunda ocasión nos sentimos más confiados y su apoyo fue más asertivo. La comunicación y conexión con mi doctora fue espectacular. Me permitió mantener las riendas la mayor parte del tiempo y las tomó cuando correspondía actuar o decidir los pasos clave.

La mayoría de mis amigas y conocidas han tenido a sus hijos por cesárea. Muchas me dicen que fui muy valiente por parir en agua y sin anestesia. Afortunadamente en mi caso no había complicaciones identificadas previamente, ni las hubo al momento de dar a luz, pero reconozco que en algunos casos la cesárea es mejor o la única vía posible. También, como decíamos mi amiga Berenice y yo, es cuestión de personalidad, y afortunadamente hoy en día es posible elegir.

Mi elección fue ésta y las razones que valoro más son que mi cuerpo se recupera más rápidamente y la producción de leche se activa automáticamente. Adicionalmente, los pros emocionales son que el papá estuvo conmigo durante el parto apoyándome, cortó los cordones umbilicales; en el caso de Sebastian casi inmediatamente recibí a mi bebé en brazos para darle la bienvenida, hacer el primer contacto visual, darle su primer pecho… En el caso de Ella, lamento haber escogido que me sedaran completa para el alumbramiento. Pues tuvo que hacerse en quirófano y eso me mantuvo alejada de Ella durante su primera hora de vida. Para cuando salí de quirófano, estaba desesperada por tenerla conmigo y me encontré con un Andreas ansioso, con nuestra bebé en brazos llorando. Por la desesperación de ambas, el primer agarré al pecho fue deficiente. A una semana del parto, aún estoy lidiando con el agarre de Ella a mis senos y sigo cicatrizando y recibiendo nuevas heridas en los pezones. Un costo alto por no sentir las incomodidades y el dolor de la anestesia local y la limpieza de útero que recibí la primera vez. Si me preguntan ahora, prefiero la anestesia local y la incomodidad de sentir la limpieza, que separarme tanto tiempo de mi bebé.

A pesar de la visita a quirófano y gracias a todo lo demás, la experiencia del parto de Ella es para mi sinónimo de éxtasis, placer, satisfacción, intensidad máxima de emociones y me siento muy afortunada de haberla podido vivir de esta manera.

sábado, 30 de mayo de 2009

Este blog tiene mucha competencia

Esta noche Marcus me recordó que tengo mucho tiempo sin escribir acá. Entre la remodelación del apartamento, mi hijo Sebastian, el nuevo embarazo a punto de concluir ahora y Facebook, me he mantenido alejada de este espacio. No es por falta de inquietudes por compartir...
... el terremoto del que fantaseaba en la entrada anterior hace más de 5 meses, se convirtió en una tímida realidad en abril. Aunque no me sorprenderá vivir un terremoto más fuerte, el de abril de este año fue de 5,4 si mal no recuerdo, lo que fue suficiente para preveer nuestro plan de emergencia. Si estamos en casa, yo tomo a Ella (si, se llamará Ella, Ella Evangelina) y mi esposo a Sebastian. Si el terremoto es muy fuerte y se dificulta caminar, gatearemos hasta ellos. Tenemos identificadas cuatro vigas dentro del apartamento, una en cada espacio de la casa: en nuestra habitación, en la habitación de los niños, en la sala y en la cocina. Trataremos de acercarnos con los niños a la viga más cercana y si podemos nos reuniremos todos en una o en el punto más céntrico del apartamento, el pasillo que da a todos los espacios de la casa. Si estamos fuera de casa es muy posible que yo esté con Ella, Sebastian en el kinder y Andreas en el trabajo. Si es el caso, y no podemos comunicarnos, ambos buscaremos a Sebastian en la guardería y nos reuniremos en casa. Pero si es imposible reunirnos en casa porque no hay acceso o porque ya no hay casa, entonces nos reuniremos en la Plaza Altamira que nos queda a una cuadra. Se que hay un monton de escenarios adicionales, pero preveer se trata de lo remediable y de lo posible. Espero que los próximos terremotos que vivamos no ocurran en el corto plazo y que no sean tan o más intensos que el último. Y si ocurren, espero que podamos aplicar con éxito nuestro plan de emergencia.
A nuestro plan solo le falta tener armado un bolso con agua potable, una linterna, abrigos, medicamentos básicos y alimentos. Pero por ahora el morral candidato para este tipo de cosas está armado para salir a la clínica en cuanto empiece el trabajo de parto para recibir a Ella Evangelina... Sin duda una emergencia mucho más emocionante e interesante en la cual pensar.