jueves, 30 de diciembre de 2010

Se vale fallar

Siempre entendí que había que ser perfecta. Me pasé la vida tratando de serlo, para hacer orgullosos a mis padres, mis amigos, mis jefes, mi pareja, mi hijo. Hasta que un día hace poco más de dos años le pedí a mi amiga Larián la psicóloga que me recomendara una terapeuta. Yo estaba en un periodo turbulento, había tenido a mi primer hijo, recién cambiado de trabajo, mi esposo había empezado a hablar de mudarnos de país, yo me debatía entre mis roles y buscaba desesperadamente recuperar el equilibrio sin perderme a mi misma en el intento.

Recuerdo como con cada sesión fui reencontrándome con algunos “rayones de página” y conscientizando con sorpresa otros tantos. Uno de los descubrimientos más importantes fue el instante en que la terapeuta me dijo “Lorena, no tienes que ser perfecta!” Completó esta frase explicándome que ser imperfecta está bien, incluso para con mi bebé de entonces 10 meses. Que explicándole a mi hijo que a veces estoy indispuesta y diciéndole mi emoción del momento lo ayudaba a ponerle nombre a las emociones que el mismo sentía, y además evitaba criar a un niño “tirano” que más adelante se tropezaría con la vida como con un muro de piedra; porque aunque mamá intente estar siempre dispuesta, el resto del mundo no lo estaría.

Tal vez parezca exagerado, pero no recuerdo haber sentido un alivio más grande que en ese momento. Fue como quitarme toneladas de peso de los hombros!

Los siguientes días esa frase volvió a mi cabeza con frecuencia, maravillándome cada vez tanto como la primera. Cuantas cosas habré dejado de hacer luego de un primer intento fallido. Tonta yo que no sabía que antes de pilotear un avión comercial hay que acumular cientos de horas de vuelo. Que no hay que ser perfecta desde el principio, que se vale fallar, que fallando también se aprende, o tal vez mejor dicho, fallando ES que se aprende.

Hoy me he acordado tanto de esa frase! Por dos cosas: la cocina y mis hijos. Siempre me ha gustado la cocina, pero me faltan no cien sino mil horas de vuelo. El lomo de cerdo me quedó más sabroso, pero me volvió a quedar seco, damn it! La semana que viene volveré a intentarlo.

Y como madre? Sorry, hoy me volví a encerrar en el baño para tomarme un time out. Ella lloró casi una hora seguida por un “juguete” que le prohibí. Es una tirana en potencia. Pero ni muerta se lo permito!

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