jueves, 27 de noviembre de 2008

Contrastes, similitudes, elecciones.

Esta noche he visto fotos de Cuba que publicó un amigo cubano en la red. El tiene muchos años viviendo fuera, algún tiempo en Venezuela, donde lo conocí.

No tituló las imágenes, no las etiquetó ni escribió una reseña. Muchas de las imágenes son muy buenas fotografías, realmente buenas tomas, llenas de contrastes, hermosos paisajes naturales, caras expresivas, detalles significativos y verdaderamente simbólicos de la ciudad y de la vida allá. Pero lo que me impactó de las fotografías fue que al ver contrastes de un país y un pueblo al que le hemos tenido lástima en el exterior, no me fue difícil evocar contrastes similares en mi propio país. Rincones de la ciudad con edificios forrados en mármol y placas doradas, asientos de cuero… y otras esquinas con muros sin cubrir, ropas y autos viejos, comercios con anaqueles vacíos, gente, ropas, paredes, muebles y calles rancias, desgastadas por el uso y por el tiempo. ¿Cuántos rincones así no hay en mi país? Es cierto que en Venezuela no tenemos boletas de racionamiento para las comidas y que los emprendedores hacen buen dinero, y que tener un auto de hace 5 décadas es una elección y no una imposición.

Algunos piensan que en Venezuela, si el gobierno sigue en las mismas manos en el futuro, nos conducirá a una especie de Cuba comunista …
… que me pasaría si así fuera? Que haría yo? No lo sé, pero luego de reflexionar sobre esas fotos, estoy convencida que lo correcto sería vivir la vida lo mejor posible con lo que tenga a mano.

A veces nos quejamos de nuestras vidas y culpamos al entorno, pero si la vida es una y tan corta, ¿Por qué perder el tiempo buscando culpables en lugar de tomar el volante y conducir por el camino más hermoso posible? Si hay dos maneras de llegar al mismo punto, mejor tomar la pradera que el camino árido, no?

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